Aún recuerdo con nitidez aquellos pasillos donde comencé a cursar mis estudios de EGB. Vivía en Montejaque, en la Serranía de Ronda, y el colegio se encontraba a escasos metros de casa. Tan solo una pequeña cancela forjada separaba el patio del exterior. Entre jardines y árboles, el colegio se dividía en tres módulos. Nada más cruzar la cancela, a la derecha, un porche daba acceso a las clases de párvulos. Al fondo, el patio se ampliaba y, en una pequeña cuesta, nacía una rampa que subía hasta un pasillo exterior. A mitad de éste, a la izquierda, una acogedora biblioteca, y a la derecha, el acceso al patio superior, donde se encontraban los módulos en los que estudiaban los más veteranos. El pasillo continuaba hasta bajar hacia el campo de fútbol, al que, no sólo íbamos durante las clases de educación física, sino también por las tardes, saltando un pequeño muro y atravesando un estrecho hueco en la verja que circundaba el patio.

Aún recuerdo el olor del libro Senda de tercero, con Pandora y su caja de los vientos en su portada, de los lápices Alpino, de la goma de nata y de la estuchera nueva con He-man blandiendo su espada en su tapa. El color apagado de los pasillos, bajo los árboles, a la vuelta de las vacaciones y el hacer muñecos de nieve en el patio durante el invierno. Los juegos en el suelo en torno a la catalítica y aquella clase de cuarto que estaba subiendo una larga escalera. Todo esto y muchas otras cosas han vuelto a mi memoria al releer un libro que siempre me retrotrae a la infancia, y es que yo, también fui a EGB. 

Javier Ikaz y Jorge Díaz pertenecen también a esa generación “egebera”. Iniciaron su andadura a través de una discreta página de Facebook que, poco a poco, dio lugar a un blog que goza de bastante popularidad entre todos aquellos que nacimos entre los 70 y 90. Publicado en noviembre del pasado año, el libro Yo fui a EGB sigue siendo un éxito de ventas y ahora, hace apenas un mes, lanzaron la segunda parte del libro con más nostalgia y recuerdos de una época que aún no ha sido olvidada. Con el libro, un disco que contiene la música de nuestra infancia. Si aprendiste los ríos y las cordilleras, si comiste empanadillas de Móstoles, si estabas entre dos tierras y no encontrabas el sitio de tu recreo, este libro y disco son para ti.